¿Qué es el TEA?

Lorna Wing (1979) utilizó el término trastorno del espectro autista, planteando lo que se conoce como «tríada de Wing»: trastorno de reciprocidad social, trastorno de comunicación verbal y no verbal y ausencia de capacidad simbólica y conducta imaginativa.

A estos trastornos posteriormente añadió los patrones repetitivos de actividad e intereses. De este modo, el concepto de TEA es utilizado para la noción dimensional de un continuo (no una categoría), en el que se altera cualitativamente un conjunto de capacidades. En este continuo de trastornos TEA se da una diversa afectación de los síntomas clave y los síntomas asociados.

El concepto de espectro autista puede ayudarnos a comprender que, cuando hablamos de autismo y de otros trastornos profundos del desarrollo, empleamos términos comunes para referirnos a personas muy diferentes.

La sintomatología básica puede ir acompañada de otros síntomas o trastornos:

  • Deficiencia mental
  • Hiperactividad (infancia) o hipoactividad (adolescencia y edad adulta)
  • Baja tolerancia a la frustración
  • Autoagresividad
  • Alteraciones del sueño
  • Dificultades motoras
  • Crisis epilépticas

La naturaleza y la expresión concreta de las alteraciones que las personas con trastorno del espectro autista presentan dependen de otros factores:

  • La asociación o no con retraso mental más o menos severo.
  • La gravedad del trastorno que presentan.
  • La edad.
  • La adecuación y eficiencia de los tratamientos utilizados y de las experiencias de aprendizaje.
  • El apoyo de la familia.

Por todo ello, se puede decir que no hay dos personas con TEA que requieran un mismo proceso de rehabilitación, sino que este se deberá adaptar a las necesidades que plantee cada caso. Es necesario para ello que «entendamos» las necesidades que ellos tienen y, respetando su idiosincrasia, apoyemos con los recursos necesarios su desarrollo personal para favorecer su mayor autonomía.